lunes, 27 de abril de 2015

La búsqueda del deseo - La identidad, Milan Kundera


"Por mucho que él le dijera que la quiere y la encuentra guapa, su mirada de enamorado no le serviría de consuelo. Porque la mirada del amor es la mirada del aislamiento. Jean-Marc pensaba en la amorosa soledad de dos viejos seres que han pasado a ser invisibles para los demás: triste soledad que anuncia la muerte. No, lo que ella necesita no es la mirada del amor, sino un aluvión indiscriminadas, desconocidas, groseras, concupiscentes, que se detengan fatal e inevitablemente sobre ella sin simpatía, sin ternura ni cortesía. Esas miradas la mantienen en la sociedad de los humanos. La mirada del amor arrebata de ella."   

Claudia Rogge 

miércoles, 22 de abril de 2015

Amor y civilización hipócrita - Cabaret metafísico Manuela Gretkowska

No te cabe otra salida. En el estado de conciencia en que te encuentras, con toda la carga civilizadora, no te puedes entregar exclusivamente a vivir el amor. La civilización es una hipocresía farfullante; el amor, la verdad silenciosa. O destruirás tu amor tratando de encontrar un lugar para él en tu mundo civilizado de hipocresía, o destruirás tu sentido común para aceptar afecto. Apenas has tocado a Beba, tu amor ideal, y ya has sentido que le has manchado con cosas de este mundo. De ahí, a través de la huida y la vergüenza, el deseo de autocastigo.
Considerada una de las mejores autoras polacas contemporáneas 

martes, 22 de julio de 2014

Cosas que no te enseñan en la escuela [Neil Gaiman - The Sandman]

“He estado haciendo una lista de las cosas que no te enseñan en la escuela. Ellos no te enseñan cómo amar a alguien. Ellos no te enseñan cómo ser famoso. Ellos no te enseñan cómo ser rico o cómo ser pobre. Ellos no te enseñan cómo alejarte de alguien a quien ya no amas. Ellos no te enseñan cómo saber lo que sucede en la mente de otra persona. Ellos no te enseñan qué decir a alguien que está muriendo. Ellos no te enseñan nada que valga la pena saber.”  

Neil Gaiman - Portada The Kindly Ones

jueves, 3 de abril de 2014

Los Versos Satánicos - Salman Rushdie [Sobre la seguridad y el amor]

"Siete días estuvieron desnudos con la calefacción al tope, fingiendo ser amantes tropicales, en un país cálido y luminoso del Sur. Jamshed, que siempre había sido patoso con las mujeres, dijo a Pamela que no se había sentido tan maravillosamente desde el día en que, a los dieciocho años, aprendió por fin a montar bicicleta. Apenas lo hubo dicho temió estropearlo todo, que la comparación del gran amor de su vida con la vieja bicicleta de sus días de estudiante sería tomada por el insulto que era indiscutiblemente; pero no tenía nada por qué preocuparse, pues Pamela le besó los labios y le dio las gracias por haberle dicho lo más hermoso que un hombre podía decir a una mujer. En aquel momento , él comprendió que nunca podía hacer malo y, por primera vez en su vida, empezó a sentirse seguro, seguro como en una casa, seguro como un ser humano que es amado: y lo mismo le ocurrió a Pamela Chamcha." 

RUSHDIE, Salman . Los versos satánicos. Barcelona 2002, Ave Fenix,  p. 240

martes, 28 de enero de 2014

El genio de la multitud - Charles Bukowski

Hay suficiente traición y odio, violencia,
necedad en el ser humano corriente
 como para abastecer cualquier ejercito o cualquier
 jornada.
Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son -AL FINAL- aquellos que
predican
PAZ.
Aquellos que hablan de Dios
necesitan a Dios.
Aquellos que predican paz
no tienen paz.
Aquellos que predican amor
no tienen amor.
Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con aquellos que están
siempre leyendo libros.
Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.
Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes
multitudes;
no son nada solos.
Cuidado con el hombre corriente
con la mujer corriente.
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.
Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.
Al no querer la soledad
al no entender la soledad
intentarán destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo.
Al no ser capaces
de crear arte
no entenderán
el arte.
Considerarán su fracaso
como creadores
sólo como un fracaso
del mundo.
Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces
te odiarán.
Y su odio será perfecto
como un diamante resplandeciente
 como una navaja
como una montaña
como un tigre
como cicuta
Su mejor ARTE.


de Rafael Rabec

 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Última palabras en "Festín de Cuervos" - George R.R. Martin

--Spoiler para los que siguen la serie Game Of Thrones--

Me muero, Sam. —Cuando lo reconoció, las lágrimas manaron de sus ojos ciegos—. La muerte no debería asustarme a mis años, pero tengo miedo. Qué tontería, ¿verdad? Esté donde esté, siempre hay oscuridad. Entonces, ¿por qué temo a la oscuridad? Pero no puedo dejar de preguntarme qué pasará cuando mi cuerpo pierda el último resto de calor¿Celebraré un banquete eterno en las estancias doradas del Padre como dicen los septones? ¿Me encontraré con un Dareon ileso y feliz? ¿Volveré a hablar con Egg? ¿Oiré como mis hermanas cantan a sus hijos? ¿Qué pasa si es verdad lo que dicen los señores de los caballos? ¿Cabalgaremos eternamente por el cielo nocturno a lomos de un corcel de fuego? ¿O tendré que regresar a este valle de lágrimas? ¿Quién lo puede decir con certeza? ¿Quien ha vuelto detrás de la muralla da la muerte? Solo Los espectros, y ya sabemos cómo son. Ya lo sabemos."


sábado, 22 de junio de 2013

Volver con tu ex al estilo de Charles Bukowski - Factotum

Cuando volví a casa por la noche ella se había mudado a mi apartamento. Qué demonios, le dije, mi reino es tu reino. Un poco más tarde tuvimos nuestra peor pelea. Ella se fue y yo me emborraché durante tres días y tres noches. Cuando me puse sobrio supe que había perdido el trabajo. No volví a aparecer por allí. Decidí limpiar el apartamento. Pasé la aspiradora por el suelo, restregué los bordes de las ventanas, fregué la bañera y el lavabo, vacié y lave los ceniceros, enceré el suelo de la cocina, maté a todas las arañas y cucarachas, lavé los platos, limpié el fregadero, colgué toallas limpias e instalé un rollo nuevo de papel de water. Debo estar volviéndome marica, pensé.

Cuando Jane finalmente volvió a casa — una semana más tarde — me acusó de haber estado con otra mujer, porque todo estaba tan limpio. Me atacó muy airada, pero era solo una defensa para ocultar sus remordimientos. Yo no podía comprender por qué no la mandaba de una puñetera vez a la mierda. Me era inexorablemente infiel: se iba por ahí con el primero que se encontraba en un bar, cuanto más guarro y miserable fuera, mejor. Continuamente utilizaba nuestras peleas para justificarse. Yo no dejaba de repetirme que ninguna mujer del mundo era una puta, solo la mía.